Here to meet you [Privado Moon JongUp [Erik] ]

Momento de despertar, había tenido un día duro anteriormente trabajando en el zoo, más encima ese día no había visto a su amigo por lo que se le hizo mucho más pesada la jornada y aún así daba siempre su empeño en tratar de hacerlo bien ya que además ese trabajo le cansaba físicamente, lo cual no le venía para nada mal, precisamente teniendo en cuenta lo activo que era, pero quizás lo que menos le apetecía era tener que estudiar la carrera al llegar a casa, pero ya que, ni modo, debía de hacerlo si quería conseguir todo lo que se proponía e igual que podía ser algo despreocupado a su vez gustaba de marcarse metas y cumplirlas, además, al final acabó por pedir comida a domicilio, y bien sabía él que eso ayudaba a la persistencia y el buen humor, la comida todo lo solucionaba. A fin de cuenta, había dormido lo justo y necesario para recargar las pilas y por suerte, ese día podría tomarlo libre, aún tenía cosas que aclarar en cuando a su raza, el clan y su líder, tenía que comenzar a ponerse al día con todo lo antes posible si no quería defraudar a nadie o hacer mal las cosas, desde un primer momento parecía decidido en lo que hacía. Decidido pues nada más levantarse, a una hora prudente y de media tarde solo se fue a duchar, asear y a prepararse, saliendo de su casa para saber cual sería su destino, lo tenía claro en su mente y no se demoraría demasiado. Comenzaba a sentirse nervioso y ansioso por llevar a cabo aquel encuentro.

Había llegado el momento, el momento de encontrarse con quién ahora su líder, su mentor, el más destacado de su nueva y particular familia y debía de admitir que se sentía nervioso y ansioso, más inquieto de lo normal, lo cual era decir demasiado, por lo que lugar elegido fue el de los jardines Zen, aquel lugar que trasmitía relación nada más posar los piés en el terreno, lleno de naturaleza viva y bien cuidado, de arenales con formas fluidas y simétricas, un lugar que por lo general representaba equilibrio entre las esencias y fuerzas que pudiesen dejar en aquel lugar. No estaba del todo seguro si creía en los karmas, en las auras o en esos relatos que decían que en esos jardines la energía fluía por si sola y daba pie a limpieza del alma en un manto de relajación, pero lo que si estaba claro, es que le era agradable aquel lugar y que no se arrepentía de haberlo elegido. Su actitud inquieta, hiperactiva y ansiosa se veía calmada en presencia de aquellas formas sobre la tierra, como si simularan la corriente de un lago tranquilo que swe dejaba llevar por la forma de la tierra manipulada bajo las aguas. Finalmente buscó la paz que necesitaba para afrontar ese momento tan importante para su vida y lo que pudiese acontecer en un futuro mientras se sentaba en una de las rocas que bordeaban la arena y con un palo encontrado por el camino se puso a hacer lineas que relajaran su mente sobre la arena, sin roper el surco ya marcado, sin interrumpir la armonía, practicando la tranquilidad y relajación física y mental que pocas veces tenía.

Pudo pensar en su vida en general mientras esperaba, en su hermana, en su familia en general, la cual hacía algo de tiempo que no veía, pero sobre todo se preguntaba si estaba bien lo que hacía en esos momentos, si realmente era el camino adecuado y es que bueno, todo dudan en algún momento si los pasos que están dando son los que le llevarán por el camino correcto. No se podía evitar dudar, amagar a avanzar, retroceder, aminorar el paso o acelerarlo, eran reacciones normales ante la incertidumbre, pero ya hacía tiempo que decidió que debía de proteger bien lo que quería, atesorarlo y no dudaba en querer ser cada vez más fuerte dentro de su juventud y de su inexperiencia en la vida, quería mantenerse joven, pero sabio. Quería no volver a ver a alguien cercano con miedo en los ojos y daría todo de si para poder conseguirlo, realmente poco le importaba lo que tuviese que sudar, sufrir o afrontar, ahora tenía alguien a quién considerar su impulso a saltar del acantilado y por nada del mundo iba a dar pasos hacía atrás esta vez. La espera se hacía larga, pero no por ello desagradable, la verdad es que aquel lugar había funcionado y ahora se sentía calmado, incluso se había levantado para poder seguir con los dibujos sobre la arena, sonriendo de vez en cuando a medida que iba creando formas simétricas y armoniosas, jamás se había parado a hacer algo como eso pero desde luego se le hacía del todo agradable, le estaba pillando el gusto y el truco y podría tirarse así horas si eso le demandara la espera.

Aquí estoy y sería un honor encontrarte. - Musitó casi a si mismo, aunque no estaba seguro hasta que punto podría la persona que esperaba intuir o saber que se encontraba esperando en aquel lugar, pero a fin de cuentas, no corría prisa, tenía la certeza de que no estaría esperando en vano y mantenía esa idea firme en su cabeza mientras se volvía a sentar entretenido con la relajación en el juego con la arena.

Vestimenta:

JongUp se encontraba sumamente pensativo en esos días, habían pasado en la vida del joven muchas emociones que le tenían sumamente confundido. Había sentido la presencia de un par de nuevas pequeñas en las cercanías, tenía que encontrarles en algún lugar, pero las casualidades no solían ser de su agrado. Todo encuentro con sus pequeñas lo planeaba hasta la última instancia, pues sabía que ellas conocían su rostro y, de esa manera que le conocerían tan pronto le vieran. Por suerte, ese día todo se había facilitado para sí mismo. Había uno de sus “pequeños” que debía ver. Era menor en edad, pero sabía que era alguien en quien podía confiar perfectamente, simplemente por el hecho de que le conocía. Como híbrido, y el Líder, que era, los conocía a todos individualmente. Había aprendido de cada uno, incluso antes de que se presentasen formalmente, y aquello fue tal como Gala le había enseñado. Eso quería también para sí mismo, alguien en quien pudiera confiar completamente, como Gala había sido con él. Quizá era mucho esperar que aquel joven confiase en él de la manera en la que él había confiado en la que fue casi su madre. . . Pero realmente esperaba poder congeniar con él de buena manera y que de esa manera, el dojo jamás se quedase sólo. Por sí mismo, por la seguridad de Tiamat, por todo lo que los Híbridos representaban. Le aterraba la idea de que algo pudiese pasarle y todo quedase desamparado. Eran pocos, pero era un legado que quería perdurase.

— Está aquí, Erik. — Le decía la sirena, mientras el joven híbrido se encontraba recargado sobre uno de los pilares que en aquel lugar se encontraban. Chasqueó la lengua, saliendo de sus pensamientos entonces, intentando mantener sereno el semblante. Se enderezó, lanzando ambos brazos tras su cuerpo y estirando sus músculos, pues sentía como si hubiera pasado la vida entera en aquella posición. Exagerado, sólo un poco.
— Lo sé, Tiamat, tranquila. No comas prisas. — Sonrió a la sirena, mostrando una galantería que por un momento detuvo la expresión de la hermosa creatura, sólo para terminar por salpicarle juguetonamente el agua que en el estanque se encontraba. Batió sus largas pestañas y echó atrás unos mechones de cabello que ocultaban su rostro, inclinando ligera el rostro hacia uno de sus hombros y acentuando su mirar al entrecerrar los ojos, ella siempre le miraba con una coquetería desmedida. — ¿No será que aún no sabes cómo llamarle? — Bromeaba al joven en un tono algo pretencioso, retrocediendo apenas un poco cuando él dio un paso al frente con intensiones de caminar; pero al verle cuando volteó hacia ella su rostro y encontrar una sonrisa, se calmó. La creatura no podría negar que sus hombros se habían tensado al sólo pensar en su mirar.
— Ya sé cómo le nombraré. — Quizá cometía un poco de pecado al no elegir para él un nombre Nórdico como Gala siempre lo había hecho, pero siempre quería que el significado estuviera ante todo en aquellas situaciones, especialmente cuando entraba en juego el hecho de que sabía exactamente lo que aquel ser significaría en su vida y en la de su Clan. Después de todo, el nombre humano podía ser una cosa, y podía ser elegido en base a un significado cuando aún no nacías, pero un nombre en un Clan era trascendental, pues era lo que tú significabas en aquel lugar y para aquellas personas.

Se aseguró de tener en el bolsillo aquella cajita negra, con el interior aterciopelado en un tono vino, y se encaminó a donde el joven ya estaba. Tiamat podía saber si alguien se encontraba en el lugar, incluso muchísimo antes de que esa persona se acercase, y a él ya le conocía. Ya había estado allí con anterioridad, ya había sentido la llamada de las armas como él lo había hecho con Chandrahas. Suspiró por unos momentos, tomando el aliento para avanzar con la persona que se encontraba ya en los jardines del templo, de su templo. El de ambos. Era exactamente la persona que él necesitaba y quería como mano derecha y como ayudante, una persona que para él sólo podía representar una cosa; confianza. Un joven que había tenido que pasar por horrores, una pérdida que le marcaría completamente, sólo para crecer. Tener cicatrices que le marcarían, pero por sobre todo, que de ello aprendería. Había quedado marcado, pero había con ello evolucionado, y sabía que en base a ello, a todas sus hermanas menores las vería como eso, hermanas. Y le inspirarían la protección que alguna vez sintió. De cuenta de Erik corría que tuviese ahora la fuerza para protegerlas.

— Hyder. — Le nombró por primera vez, cuando ya se encontraba cerca. Aquella era la primera vez que le escucharía con ese nombre, pero eso era él dentro del Clan y para ellos, confianza. Se terminó de acercar, podía sentir gran empatía con el joven, antes de extender aquella cajita en un gesto suave, tanto su cabello como su ropa eran ligeramente movidas por el viento que cruzaba por los jardines refrescándolo todo. — Entre los nuestros, el zafiro se trabaja con mucho cuidado, y es tu marca de pertenencia al Clan. — Abrió la caja, en su interior reposaba un brazalete que estaba adornado no sólo con diamantes, sino también con las incrustaciones de zafiro. El oro blanco sostenía las piedras preciosas que, a contraluz, brillaban con estrellas. Brillaba con aquel sol del día, y el Líder le sonrió. — Bienvenido, Hyder. Entre los nuestros, el dador de confianza. Mi sublíder.

Y ahí escuchó el nombre que le acompañaría a partir de ese momento a lo largo de su vida y la verdad, le hizo sonreír, teniendo frente a si a la persona que había estado esperando tras esos arduos momentos de inquietud en los que solo había tenido en la cabeza el llegar a ser alguien de provecho para el clan y conseguir emprender el nuevo camino que le esperase con pasos certeros hacía delante sin dudar o titubear en las direcciones a elegir, sin importar que se equivocara, sin negarse a corregir errores. Confianza, realmente se sentí orgulloso de aquel nombre recibido, no por arrogancia o superioridad, no se creerías más que nadie por tener ese nombre y por trasmitir aquello a su propio líder si no que más bien le hacía sentir honrado y fortalecía el afán por tenerle el respeto merecido y atesorar ese nombramiento como lo más importante, el punto que más en cuenta debía tener para no romper jamás esa confianza y mantenerla intacta. Tomó aire y se mostró tranquilo en una sonrisa que trató mantener calmada y no parecer demasiado entusiasmado para acabar sonriendo como niño pequeño o haciendo alguna pavada, dejando simplemente la curvatura de sus labios demostrando agrado, confidencialidad, respeto y sobre todo orgullo por pertenecer a aquel clan. No quiso interrumpir, solo se le quedó viendo mientras el viento les acompañaba como si realmente hubiese sido planeado en esos instantes el hecho de hacer acto de presencia, recordando bien el rostro de quién sería ahora su líder, grabándolo a fuego en su memoria y recorriendo cada recoveco de sus facciones y presencia, aunque no sería difícil recordarle y mientras le escuchaba, miraba aquella caja ahora con plena curiosidad, enarcando una de sus cejas y sonriendo de nuevo a la par que arrugaba la nariz.

Vio el contenido, y no pudo evitar sentirse atraído por lo que aquello significaba, por el regalo recibido, mordiendo apenas de forma leve su labio antes de alargar la mano suave y despacio a aquella caja, tomando el brazalete sin poder dejar de mirar aquellas piedras y asintiendo mientras volvía su mirada a su superior, alargando un poco más la sonrisa, haciéndola natural, dejando prever la empatía y la seguridad que le daba estar en presencia de su líder en esos momentos. Al final acabó por hacer una pequeña reverencia, del más estilo asiático, suave pero certera que mostrara agradecimiento y respeto en esos instantes.- Para mi es un placer llevar este nombre, al igual que este regalo.-Se levantó tras aquello y mantuvo de nuevo una mueca suave en forma de sonrisa, apretando un poco el brazalete como si temiese dejarlo caer entre sus dedos, mirándole directo y sin titubeos ni duda.- Prometo no decepcionarle. Seré su respaldo y su apoyo siempre que lo requiera, pues haré honor a esa confianza y al nombre que ahora la representa.

No dudó en acercarse un poco más, no se sentía tenso o incómodo, ni tenía un porque de no sentir la empata con su líder hasta sentir el impulso de simplemente mantenerse cercano, siendo totalmente sincero en sus palabras, con ninguna intención de retractarse a partir de ese momento y mostrándolo con facilidad a partir de sus palabras anteriores. Estaría ahí par ayudar, para apoyarle, para poder contribuir a hacer que aquella familia fuera una realmente honorable, sincera, que todo lo que el contrario había estado construyendo se mantuviese fuerte y no amagara a derrumbarse en ningún momento, al igual que estaría para él, para sus dudas, sus anuncios, sus alegrías o sus temores, algo que demostró sin ningún miedo o duda al alzar una mano para poder colocarla sobre el hombro ajeno en un gesto de confianza y compañerismo, sin realmente temer a ser rechazado en aquel gesto, sin buscar exceder en confianza pero considerando simplemente aquello como un contacto que le salió de dentro.- Gracias por darme un hogar y algo de defender de nuevo. Jamás podré expresar mi agradecimiento de forma total, pero puedo intentarlo. Puede contar conmigo para lo que quiera, mi líder. -E hizo una leve presión en su hombro, como muestra de apoyo y de cariño, bajando su mano después para mirar aquel brazalete que a partir de ahora no dejaría lejos en la medida de lo posible, poniéndolo al rededor de la muñeca y ayudándose contra su cuerpo para poder engancharlo con su otra mano, enamorado de lo que representaba.