[Privado/Raphael] Our old talk.

Flashback.
► Cinco años atrás. ◄

Su padre se había ido de viaje, eso ya hacía bastante complicada la situación tomando en cuenta que estaba realmente apegada a él, además, tenía a cargo toda una hacienda y bueno, tampoco era la gran cosa, no iba a morir por eso, pero era una responsabilidad enorme, al menos iría aprendiendo. Algo que no cambiaría era que extrañaba a Dennis, lo extrañaba mucho. Pero vale, las cosas sucedían y ella era muy fuerte. Se distrajo la mayoría de los días jugando en su cabaña, escalando los árboles, ¡montando en su yegua favorita! Como amaba a ese animal grande y blanco. Se paseaba por toda la casa, pasándoselas en esas. Por supuesto que también organizaba, no podía dejar que el polvo se acumulase. Y así se fueron yendo los días, rápido en las mañanas, no tanto en las tardes, muy lentos en la noche. Había cumplido quince años y no sabía lo que se le venía encima.

Para resumir, estando sola fue que pasó por su despertar, ese que le traería los más recónditos recuerdos desde el cielo, desde que era apenas un alado observando allí arriba. Su nombre celestial, la razón de su estadía en la tierra. Gracias a Dios que no vinieron todos de una estocada, ¿se imaginan lo que hubiese sido para una niña el reconocer tanta información de golpe? Que si bien desde pequeños sabían que algo era distinto con ellos, no podían explicarse porqué, y ahí estaba la hora pico para conocer las respuestas a todas las preguntas. ¡Además Sunny tenía una gran ventaja! Su padre era un ángel, era su mayor, quién mejor para darle indicaciones. Entonces, siendo que había pasado ya la tarde exacta en que todo aquello sucedió, ahora se encontraba en su cama, tenía las piernas contraídas con los brazos abrazándolas, apoyada la cabeza sobre las rodillas–. “Oportunidad... ángel. Ángel de las oportunidades.” –Repetía en su revolcada mente que se iría aclarando poco a poco. No estaba mal, ni molesta, ni triste. Sólo confundida y eso era un tanto difícil para su persona–. Barakiel. –Susurró para sí misma, no es como si alguien más pudiese escucharla.

El nuevo ángel estaba renaciendo, por decirlo así. Estaba cambiando de gran manera y sin Dennis ahí no sabía qué hacer, ¿debía contarle? ¡Pues claro! Ella hablaba de muchas cosas con él, pero ahora no estaba... se sentía perdida porque las memorias no dejaban de venir a su mente. ¿Qué decir? ¿A quién? Era extraño todo. Era un alado celestial, por supuesto, bien. Tenía otro nombre, también era comprensible. Había sido enviada por algo, de acuerdo, ¿por qué? La pequeña de tan sólo quince años, gracias al cielo, se mantuvo muy tranquila, aguardando alguna pista, una idea que le diera bases a sus dudas. Sin embargo no podría hacer nada sin compañía de alguien. ¡Bom! Su papá volvió. Fue una alegría infinita, fue una tranquilidad absoluta verlo porque, sea como sea, era la persona en la que se apoyaba en situaciones así... o mentira, jamás había sentido una situación así. No obstante, el reencuentro con Dennis fue extraño, más porque ella estaba distinta, de cierto modo, y él también se sentía raro.  Ángel y ángel. ¡Ella pudo darse cuenta de todo! O de la mayoría de cosas. Percibió esa aura pura del más alto, esa que le estaba llenando, y él, suponía, presentiría la propia.

Lo había llevado hasta su habitación. Se había sentado ella en el extremo de abajo, él podía hacerse a un lado o en el sillón frente a su cama. Lo miró, dio una mirada profunda, sin males, curiosa. Con una sonrisita de infante que siempre había tenido–. Appa... me llamo Barakiel, ¿tú cómo te llamas? –Cuestionó en primer lugar. ¿Se notaba la inocencia y al tiempo, el saber suyo? Con esa simple afirmación, pregunta, ojalá se desencadenaran las miles de respuestas que un principiante necesitaba.